Gracias a @carlos_vf7 por pasarme este artículo jeje..que además de interesante es una realidad, chéquenlo y me dicen que tal...
Fuente: CardósSí pero no: La teoría de la falda y el escote.
Estás en una fiesta. La miras. Una falda corta y un escote que deja ver un poco. Es un ángel. Te encanta, desde la primera vez que la ves. No la puedes dejar de ver. “Como quisiera hablar con ella”, piensas. Y digamos que se da el milagro. Por azares del destino, terminas conociéndola. Y confirmas lo que pensabas: Sí, es un ángel. Todo en ella es perfecto. Estás enamorado: así la soñaste siempre.
Y digamos que se da otro milagro: sales con ella algunas veces, se conocen, se gustan y se da. Ese ángel que viste aquélla vez, esa mujer que tanto te gusta, termina siendo tu pareja.
Viene entonces la siguiente fiesta. Ella se está arreglando para salir. Cabello suelto, falda corta y sí, de nuevo un escote divino.
¿Qué sucede entonces?.
“Mmmm nena, gordita, ¿no te parece que el escote está…digamos…muy “pronunciado”?”
“No lo creo”, responde ella, “siempre los usé así”.
“Y la falda mi amor, la falda, un poco corta, ¿no crees?, digo, vienen mi jefe y los chicos de la oficina…”
“¿Te parece?, bueh, me cambio”.
Y se cambia.
Y todo cambia. Tú la cambias. Ella cambia y se convierte en otra cosa. Cambia tanto, que tal vez al cabo de un tiempo ella se harte de que ti y a ti te deje de gustar lo que tú mismo cambiaste.
Y todo se va al carajo.
Tu inseguridad, tu miedo, te han hecho cambiar lo que en esencia tanto te había gustado de ella. Eso que te llamó la atención, eso que te hizo sentir mariposas en el estómago, no está más, y es por culpa tuya, aunque no lo quieras ver.
Exactamente lo mismo ocurre muchas veces cuando juzgas una idea.
Ves la campaña de alguna otra marca y te encanta.
“Wow!, ese es justo el tipo de trabajo que deberíamos hacer!!, que idea tan rompedora, que gran ejecución!!.
Ves un reel de Cannes, ves casos increíbles y te cagas de la risa.
“Esos ingleses son unos genios!”, “los argentinos sí que saben hacer creatividad”.
Te reúnes después con la agencia, les entregas un brief, lo discuten y los retas (nos retas) a hacer algo que “haga historia”, algo nunca antes visto, que ayude a la marca explotar. Y nos vamos a trabajar, felices, motivados, buscando realmente sorprenderte.
Y venimos con un trabajo increíble, o al menos eso pensamos. Con sustento estratégico, referencias, racional, todo. Soñamos con “hacer historia”.
Pero tú nos pides que subamos el escote. Y que bajemos el largo de la falda.
Nos defendemos, argumentamos, discutimos. Pero no, no hay caso.
Te gusta ver la faldas cortas y los escotes, claro, mientras no los traiga “tu mujer”, mientras no los tenga “tu marca”.
Y es que no hace falta seguridad en uno mismo para mirar los escotes de otras mujeres, pero sí para dejar que la tuya lo use y claro, que otros la miren.
Es fácil admirar el trabajo que otro tuvo los huevos de aprobar, lo difícil es aprobarlo cuando se trata de tu marca, tu aumento, tu bono y, por qué no, tu próximo ascenso.
“Raúl, no entiendo por qué para mi marca no pueden hacer anuncios tan buenos como los que hacen para Volkswagen”, me reclamaba alguna vez un cliente.
“El equipo que trabaja para tu marca es exactamente el mismo que escribe los anuncios de Volkswagen”, le contesté, “¿no crees que eso quiere decir algo?”.
Está bien mirar otros escotes. Pero créeme, es mejor que tu mujer sea la más linda de todas.
Házle más caso a tu estómago, déjate sorprender. Asústate y recuerda siempre ese escote que tanto te gustó.
Arriésgate más. Tú, tu mujer y tu marca serán más felices.
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